¡Qué suerte! El viernes pasado tuvimos condiciones meteorológicas perfectas: un cielo bello muy despejado y con luz de luna que nos permitió localizar y mirar muchos astros incluso a simple vista.
Socios e invitados disfrutamos una velada astronómica que se extendió hasta medianoche. Sin duda, uno de los momentos más especiales fue la observación de la salida del gran Júpiter por el horizonte, alrededor de las 20:30. ¡Qué guapo se ve este gigante también a simple vista!
¿Y qué ocurrió al mirar a través de las lentes? Pues que tanto veteranos como aquellos que veíamos por primera vez a Júpiter a través de un telescopio, repetíamos, uno a uno, la emoción de la experiencia galileana: observar al planeta junto a cuatro de sus lunas más grandes, Ganímedes, Europa, Io y Calisto.
Vivimos una emoción compartida, que, traducida en palabras se escuchaba más o menos así: «¡Oh, qué bonito!» «¡Qué nítido, se ven las bandas de Júpiter!» «¡Creo estar viendo también su mancha roja!».
Si bien el gigante gaseoso y sus lunas han sido los protagonistas, no se perdió la ocasión para observar otras maravillas como la nebulosa de Orión con su inconfundible trapecio; las fabulosas Pléyades (o siete «cabritillas» navarricas); Alcor y Mizar, que habitan en la cola de la Osa Mayor; además de descubrir, por azar, algunos otros pares más de estrellas dobles.
Sin duda, ha sido una noche bonita, compartiendo el espectáculo celeste nocturno a la luz de nuestra guardiana, la Luna.